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Cómo aprender a aceptar nuestros defectos

Aceptar nuestros defectos puede llegar a ser una tarea un tanto compleja. La mayoría de las personas estamos acostumbradas a poner más atención en nuestros defectos que en nuestras virtudes. Pero, ¿por qué sucede esto? En este artículo te lo contamos, para que así puedas aceptar tus aspectos negativos e integrarlos a tu vida.  

La percepción que tenemos de nosotros mismos

Si una persona se nos acercara de un momento a otro y nos preguntara cuáles son nuestros defectos, posiblemente se nos vendrían muchas ideas a la cabeza. Algunas personas contestarían que tienen muchos defectos, mientras que otras, con gran orgullo, dirían que no tienen ninguno.

Ahora bien, estas últimas personas estarían mintiendo, ya que todos tenemos defectos. Todos nosotros tenemos algo que nos afecta y que nos causa inseguridad, vergüenza o temor. Puede ser un defecto físico o emocional. Una cicatriz, un lunar, ser tímidos, ser impulsivos, ser impacientes…la vida está llena de defectos. Pero el problema no son los defectos en sí mismos, sino la manera en que estos influyen sobre nosotros.

En primer lugar, debemos de comprender que la mayoría de las personas cataloga como “defecto” a algo que en realidad no lo es. Existen rasgos de la personalidad que en muchas ocasiones son considerados como algo negativo, defectos, pero que en realidad no lo son. El problema aquí, para por la aceptación y la autoestima de la propia persona.

Esos kilos de más, esa baja estatura, esas pecas en la cara, esa forma extraña de la nariz… ¡no son defectos! Se trata de rasgos naturales de nosotros mismos, los cuales deben de ser aceptados e integrados con normalidad, siempre y cuando la persona tenga una autoestima saludable.

De hecho, considerar estos rasgos físicos como defectos es algo muy peligroso, ya que algo que es sumamente normal pasa a encubrir lo que verdaderamente no lo es. Los defectos que nosotros inventamos, en muchas ocasiones ocultan nuestros verdaderos defectos: la pereza, el egoísmo, la irresponsabilidad, la soberbia…esos si son verdaderos defectos.

Consejos para aprender a aceptar nuestros defectos

Nuestra verdadera grandeza como seres humanos es el hecho de aprender a aceptar nuestros defectos, para así poder convivir saludablemente con ellos cada día. En primer lugar, debemos de recordar que, así como tenemos defectos, también tenemos virtudes. De hecho, las virtudes siempre suelen ser más que los defectos, pero en la mayoría de las ocasiones no somos capaces de percibir este hecho.

Lo primero que debemos de hacer, a la hora de tratar nuestros defectos, es identificarlos. Piensa: ¿qué es lo que más te molesta de ti mismo? Incluso puedes crear una lista que incluya todos tus defectos (los verdaderos), para así luego comenzar a analizarlos uno por uno, y ver cómo los puedes mejorar.

Siempre hay algo que podemos hacer. Si eres una persona muy parlanchina, que habla mucho, deberás trabajar en el control de tu impulso a la hora de hablar. Por otra parte, si tu problema es que eres una persona demasiado tímida, puedes ponerte pequeñas metas diarias o semanales, en las que fomentes tu capacidad de expresión con otros.

La costumbre de patologizar cualidades y rasgos normales

A la hora de analizar nuestros defectos, es importante recordar que las personas somos diferentes las unas de las otras. Existen rasgos de nuestra personalidad que simplemente son característicos de nosotros mismos, y que no necesariamente representan un defecto. Hay personas un poco tímidas, miedosas e inseguras, y eso no significa que tengan un problema a superar.

Como lo mencionábamos anteriormente, las características físicas de cada persona tampoco pasan a considerarse como verdaderos defectos, por lo que tampoco valdrá la pena concentrarse en este tipo de detalles. Pero, si estos no son defectos, ¿cuáles lo son?

Un defecto es algo que nos causa daño a nosotros mismos o a las personas de nuestro alrededor. La envidia, la soberbia, los celos, la intolerancia, el pesimismo y muchas otras actitudes negativas de este tipo, pasan a considerarse como verdaderos defectos en nuestra visa. Si existe un rasgo de actitud que siempre logra desestabilizarte o ponerte de malas, a ti o a las personas con las que te vinculas a diario, ya sabes que ese es un defecto.

La importancia de la auto-aceptación

La mayoría de nuestros rasgos físicos o emocionales que nos causan desagrado, pero que no son considerados como verdaderos defectos, pueden solucionarse mediante el aumento de nuestra autoestima. De hecho, no se trata tan solo de autoestima, sino más bien de auto-aceptación.

La auto-aceptación es lo que determina que me acepto a mí mismo, sin importar lo que opinen los demás. Este concepto nos permite amarnos y aceptarnos de tal manera, que ningún factor externo puede interferir en nosotros. Las personas que viven de esta manera son las más felices, ya que no viven para satisfacer a nadie, sino únicamente a sí mismas.

Es más, Albert Ellis, creador de la terapia racional emotiva conductual, estableció esta dimensión como el pilar de su enfoque, enmarcándola de la siguiente manera: “Autoaceptación es aprender a querernos de forma plena y sin condiciones aceptando todo lo que somos. Es validar cada aspecto de nuestro ser y también de nuestro comportamiento. Es saber concedernos consideración, respeto y su amor.”

Muchas personas, en lugar de trabajar en sus supuestos defectos, deberían de trabajar en su propia auto-aceptación”.

Por otra parte, las personas que sí padecen de defectos verdaderos deben de aprender a tener la humildad suficiente para así derribar esas barreras actitudinales que causan tanto daño a sus vidas y a las vidas de las demás personas. El trabajo de cambiar actitudes no es sencillo, pero una vez que se empieza todo se hará más simple.

Existen cientos de terapias, ejercicios y técnicas que pueden ayudarnos a mejorar nuestro comportamiento o a cambiar ciertas actitudes. Si crees que debes de trabajar en ello, ponte en marcha y comienza a hacerlo hoy mismo. Te aseguramos que tu vida cambiará por completo.

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